Perder las llaves es una de las formas más jodidamente pelotuda de complicarse la vida. Y estoy tan indignada que me voy a guardar todas las interpretaciones psicoanáliticas del hecho de que el llavero que perdí tenía no sólo las de mi flamante nidito de amor sino las de la casa de mis viejos, la del cajón de una oficina en la que trabajé y la del estuche de mi bajo, cosas que representan algo así como el 85% de mi historia.
5 comentarios:
El otro día, haciendo reposo y noté que todo lo que necesito para vivir lo tengo en el costado vacío de la cama. Menuda tarea para quien quiera ocupar semejante lugar!
Le dejé una invitación en mi blog.
Beso
Sep, deberías matarte.
habias dejado un juego en otro lado?
a mi me pasa todo el tiempo. relax.
DeVez, vas a ver que cuando alguien logre llenar ese costado, después te va a resultar raro si está vacío. Ahí vi la invitación, me re divierten esas cosas así que en breve me ocupo. Se agradece :)
Miguel, como verá, no le hice caso y acá sigo. Bienvenido.
Protervo, afortunadamente, había juego de back up. El asunto es que a mí no me había pasado nunca, el de mis viejos era el primer juego que me dieron cuando tenía, no se, diez años. Le hago caso y me relajo.
A veces pienso que los miles y miles de años que tiene la humanidad son al pedo si no inventaron algo mejor que las llaves... no se, un chip o cualquier cosa... pero pedacitos de metal que encajan en la puerta? En serio, ponganse las pilas...
Publicar un comentario