sábado, 26 de diciembre de 2009

Confusión II

Caballero, si se ve en la necesidad de formular la pregunta "¿te puedo dar un beso?", es porque la respuesta es "no".

Keep working.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Los años bonus track

Así, en líneas generales, las cosas que se festejan los días que se supone que hay que festejar cosas me dan urticaria. Caprichos de almanaque, ridículas formas de organizar el goce, las desdichas, de sacarnos de encima los duelos, de darles horarios de oficina. Desconfío del que me saluda “porque es el día de”, de los que se regalan chocolates sólo el catorce de febrero o la primera semana de julio y de los que se juntan a emborracharse en nombre de un santo irlandés.

En resumen, me ponen los pelos de punta aquellos que se enredan en ritos como quien renueva un plazo fijo. Sé que parte de todo este quilombo que llamamos sociedad tiene su razón de ser en esas costumbres que –Borges siempre lo dice mejor- nos repiten y nos confirman como un espejo. Pero si me dan a elegir, me quedo con la flor espontánea y el abrazo porque sí.

Ahora, resulta que en líneas particulares algunos aniversarios pesan. Y en esta época del año pesa saber que te quisiste ir del todo, pesa saber que aunque no pudiste, existió ese flashazo, ese instante de prescindencia absoluta en el que nada de todo esto fue lo suficientemente importante como para que te quedaras. Pesa saber -ahora que miro para atrás, porque entonces dicen que no había forma de que me diera cuenta- que estabas tan triste y te sentías tan solo y tenías tan poca fe en que pedir ayuda iba a hacer más liviana tu cruz.

Ese lunes de diciembre había sol y un cielo celeste con olor a verano y me dijiste que había mate recién hecho por si quería tomar. Seguro cruzamos un hasta luego y me fui a trabajar con la abulia que trae cualquier lunes -porque para mí era un lunes cualquiera- y aún hoy no sé si ya sabías, si ya habías decidido que no querías más luego para vos.

La tarde trajo teléfonos que nadie contestó. La noche trajo el miedo, que aturde y se siente amargo subiendo por la garganta. Y corrí por el pasillo y la perra hacía guardia a tus pies y ella dijo que respirabas y yo busqué los números de emergencia. Y vinieron médicos y me acuerdo también de un policía y un poco después hubo que tomar decisiones que nadie está preparado para tomar. Y hubo tardes en que cosí ropa con tu nombre, otras en que te llevé un libro aunque odiás leer y hubo una en un café en que te juré que la próxima te ibas a morir de viejo.

Y hubo gente que se borró, gente que no entendió, gente que no supo qué decir y está ok: hay protocolos para la muerte y para las enfermedades, pero no para esto. A los familiares de los muertos se les desea el pésame, a los enfermos se los visita y se les lleva flores. Pero acá se quedaron sin guión y a falta de un abrazo o un gesto de cariño, decidieron mejor esperar a que ver qué pasaba. Y qué mal tener que darse cuenta de que al fin y al cabo todo siguió -peor, seguro, pero siguió- sin ellos.

Y aunque es muy probable que nunca leas esto y es más probable que tampoco me anime a decírtelo, escribo porque todos los días me levanto esperando que me llames y me digas que vas a venir a conocer mi casa. Y que vuelvas al taller y a pasar las tardes sentado en la vereda en patas. Y sé que es muy difícil que eso pase y si lo pienso mejor, en el fondo me importa tres carajos. Hoy me importa que nos tenemos. Y festejo que te hayas quedado estos cuatro años y ojalá que vengan muchos muchos más.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Firma y aclaración

A Paula y Daniel

No importa lo que diga Hollywood, el amor no se siente como mariposas en el estómago. No importan los guionistas de Love story. No importa lo que haya escrito Neruda, los astros no tiritan azules a lo lejos, el viento en la noche no gira en el cielo y mucho menos canta. Nada que ver.


Más que como una bendición celestial con violines, el amor suena a canto de gallo. Y sí, canta el gallo y hay que ir a laburar. Y como en todo laburo, hay días en que pensás que haberte dedicado a eso es la mejor decisión que tomaste y hay otros en que lo pensás tres veces antes de levantarte de la cama. Hay días en que hacés todo bien y te comés el mundo y hay otros en que metés la pata hasta el fondo. Pero lo importante es que al otro día volvés y te das –y te dan- una nueva oportunidad.


Así que en este primer día de contrato –porque el matrimonio, como el trabajo, es un contrato- no voy a brindar porque sea para siempre. Hoy brindo porque cada día cuando cante el gallo y se levanten, se vuelvan a elegir otra vez.


lunes, 9 de noviembre de 2009

Queremos a Arjona


Queremos a Arjona porque él nos quiere a todas. A la cuarentona rolliza, a la ex modelo yonqui, a la pendeja puta, a la histérica, a la conchuda que lo dejó y a la que no le da bola porque está con otro. A to-das. Y nos quiere todo el tiempo. Incluso cuando somos monstruos hormonales y las publicidades de analgésicos nos ridiculizan, sí.


Queremos a Arjona porque sabe que para querernos a todas tiene él que ser, también, un poquito, todos. Y se construye a sí mismo enamorado inclaudicable, novio despechado, bohemio en plan trasnoche y superhéroe caribeño al rescate de las solas que pasan el sábado con un cuarto de helado frente a la tele.


Queremos a Arjona porque es alto, muy alto, y tiene acento raro y escribe cartas de amor a mitad de camino entre el desgarbo de Sabina y el sudor de latin lover de los rickimartins y los chayanes. Queremos a Arjona porque, en el fondo, se parece un poco al flaco de la vuelta y nos deja fantasear con cruzárnoslo en la panadería. Queremos a Arjona por esa incorrección impensada que a los tipos se les vuelve intragable.


Los tipos odian a Arjona porque los enfrenta a sus propios prejuicios, porque los vuelve chiquititos y vuelteros y egoístas y superficiales. Los tipos odian a Arjona porque su romanticismo todo terreno pone en evidencia que ninguno de ellos tiene tantos huevos como para enamorarse de una vieja gorda y cantárselo al mundo.

viernes, 23 de octubre de 2009

El inquilino

Al enanito bigotudo que mira de reojo mientras tipeo

tiene los ojos más verdes que hayas visto
como cuchillos verdes, infinitos
que se clavan en el mundo siempre por primera vez
como si al descubrirlo lo inventaran

perseguidor de sombras y curioso
de una forma casi casi terrorista
va gatillando signos de pregunta
y no hay no que valga, ni te gastes

otras veces es mirarlo y convencerte
de que, al fin de cuentas, love is all he needs
es gato y es libre y para julio son sinónimos
y por todo eso es polo, inevitablemente polo

domingo, 18 de octubre de 2009

Psicología vegetal

la niña z || Votemos: ¿Música? ¿Iceberg? Música, entonces. dice:
estornudo todo el tiempo

Estamos en el fondo, pero la esperanza es lo último que se pierde dice:
pero eso es alergia

Estamos en el fondo, pero la esperanza es lo último que se pierde dice:
tu alergia al polvo

la niña z || Votemos: ¿Música? ¿Iceberg? Música, entonces. dice:
me parece que es el polen

Estamos en el fondo, pero la esperanza es lo último que se pierde dice:
seguro

Estamos en el fondo, pero la esperanza es lo último que se pierde dice:
por esta zona hay mucho arbol pelotudo que tira polen

la niña z || Votemos: ¿Música? ¿Iceberg? Música, entonces. dice:
jajajaja

la niña z || Votemos: ¿Música? ¿Iceberg? Música, entonces. dice:
arbol pelotudo?

Estamos en el fondo, pero la esperanza es lo último que se pierde dice:
si, un arbol macho es ese que tiene hojas comunes, nada de flores o cositas de colores

Estamos en el fondo, pero la esperanza es lo último que se pierde dice:
un arbol con florcitas y esas cosas es un pelotudo

Estamos en el fondo, pero la esperanza es lo último que se pierde dice:
y encima pretencioso

lunes, 21 de septiembre de 2009

Dixit I

As Harold took a bite of Bavarian sugar cookie, he finally felt as if everything was going to be ok. Sometimes, when we lose ourselves in fear and despair, in routine and constancy, in hopelessness and tragedy, we can thank God for Bavarian sugar cookies. And, fortunately, when there aren't any cookies, we can still find reassurance in a familiar hand on our skin, or a kind and loving gesture, or subtle encouragement, or a loving embrace, or an offer of comfort, not to mention hospital gurneys and nose plugs, an uneaten Danish, soft-spoken secrets, and Fender Stratocasters, and maybe the occasional piece of fiction. And we must remember that all these things, the nuances, the anomalies, the subtleties, which we assume only accessorize our days, are effective for a much larger and nobler cause. They are here to save our lives.

Stanger than fiction, de Marc Forster (2006)

sábado, 19 de septiembre de 2009

Confusión I

Y hay gente que cree que para conseguir explicar la ley de gravedad sólo hace falta dormir abajo de un árbol hasta que te caiga una manzana en la cabeza.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Como Bridget, pero mal

Quedarse dormido apesta, pero más apesta querer lavarse los dientes y salir rápido a la clase de Pilates y no tener agua y entrar en crisis y llorar a los gritos para descubrir cinco minutos después que el agua volvió y nada es para tanto.
Llego tarde a terapia y a la psicóloga casi que le gusta creer que es síntoma de que estoy logrando cagarme un poco en el “hay que”. En una hora me espera la redacción, esa cueva de edificio colonial en ruinas, con más tubos fluorescentes que ventanas.
La tarde promete contractura, hecha de estar mal sentada y tipear mientras hablo por teléfono. Pensar que la tecnología avanzó tanto y seguimos haciendo notas telefónicas como en los ´70. Me cago en la Internet WI-FI, los megapíxeles y las ecografías 3D.
El escritor con el que hablo supo ser creativo publicitario así que no para de escupir eslóganes. Listo, la titulo fácil con un textual y me tiro adentro del primer taxi que pase.
Son las diez y media de la noche y sigo en el hall de un teatro contándole a Miguel Ángel Rodríguez cómo dejé de fumar. El tipo me clava la vista fijo mientras se devora un Marlboro, suda mares y pregunta si estoy grabando. Todos –la prensera, los familiares y yo- coincidimos en silencio en que es una buena hora para irse a casa.
A pesar de todo, hay buena onda y consigo lo justo para terminar la nota. Es un buen cierre para un día tan malo, pienso mientras el taxi cruza el Bajo y media hora después sube por Loreto, justo a tiempo para cenar congelados y ver Seinfeld.

lunes, 24 de agosto de 2009

Incontinencia

Se hace de noche y editora en plan pulpo multitaskea titulares + textuales de gente importante que habla por la tele + pedidos histéricos de jefe por handy.

-Me estoy haciendo pichona, chicos. Yo sé que a ustedes no tiene por qué importarles esto, pero me salió, lo tenía que decir.

-Quedate tranquila. Conozco a varios que por mucho menos abren una cuenta en Twitter.

viernes, 24 de julio de 2009

A brand new real job (y qué quilombo que armaste, chiquita)

Hice enojar a (ahora ex) jefe megalómano con mi partida a la francesa.

Les di de qué hablar a los boludos de siempre.

Fui a cubrir mi primera conferencia de prensa de diputado electo y escribí mi primer (y espero que último) despacho para Política.

Miré cómo despegaba el Tango 01.

Le aconsejé a un cronista de C5N que usara medibachas por el frío.

Me enamoré de las pestañas imposibles de Mike Amigorena.

Le grité a alguien que no se lo merecía.

Puteé mucho.

Lloré más.

Tomé hectolitros de café.

Todavía no me echaron.


I think it´s working.




martes, 14 de julio de 2009

Facebúk y los esquimales

Cada vez que me preguntan si tengo Facebook, me guardo las ganas de contestar que las redes sociales son para gente con mucho tiempo y nostalgia de una mami que no les dio mucha bola cuando eran chicos. Sí, ya sé que hay excepciones. Sí, ya sé que los usuarios de Facebook piensan lo mismo de mí, que tengo un blog. Y qué. En un arbitrario acto de clasificación -todos lo son-, diría que los robertocarloswannabe se resumen en:

  • Veinteañeros mantenidos en frenesí salidor, abierto 7x24, todo el día, todos los días. Se prenden en la que sea con tal de no quedarse en la casa con su viejo mirando el noticiero.
  • Susanitas atravesando la crisis de los 30, desesperadas por concretar encuentros de solos y solas encuebiertos, con la secreta esperanza de dar con un compañero de secundario que ahora sea socio de un estudio de abogados importante y tenga un yate, seducirlo, casarse, tener muchos hijitos, asegurarse una herencia digna y comer perdices aunque esté de moda esa baba inmunda propia de esquimales del paleolítico*, que algunos coinciden en llamar sushi.
  • Tramposos crónicos de entre 30 y 40 buscando gatos con fotos en escote a punto de ebullición que se conformen con un auto y un buen stereo. Para eso, muchachos, van mejor los fotologs (aunque ojo con el estupro, que si el juez es mala onda, son de tres a seis años).
  • Espías de la CIA, el FBI, la Interpol, la Legión Extranjera, el Salón de la Justicia y la Buenos Aires 2, que fingen ser la vecinita de tu casa de la infancia para robarte todos tus datos y urdir un plan para conquistar el mundo.
  • Pinky y Cerebro, que fingen ser espías de la CIA, el FBI, la Interpol, la Legión Extranjera, el Salón de la Justicia y la Buenos Aires 2, que fingen ser la vecinita de tu casa de la infancia para robarte todos tus datos y urdir un plan para conquistar el mundo.

*Mi más profundo respeto a los esquimales, que tienen unas 16 palabras para nombrar la nieve, cuando nosotros -lacónicos- usamos sólo una. Aunque, pensándolo bien, eso es casi todo lo que tienen: la nieve, las dieciséis palabras para nombrarla, besos de nariz, iglúes, gamulanes y pescado frío.

sábado, 11 de julio de 2009

Let´s play

La camarada DeVezEnCuando me hizo una invitación y, como me siento por demás halagada, voy a dejar de dar vueltas y a cumplir con la consigna, que dice así:
Sin hacer trampa. Agarrás el libro que tenés más cerca y transcribís la quinta frase de la página 161.

Sin hacer trampa, miro alrededor y veo la tapa verde de Signos, lenguaje y conducta de Charles Morris. Agarro, voy a la página 161, busco la quinta frase y transcribo la idea completa porque me gustó el remate:

No es por cierto accidental que los hombres de ciencia de un momento dado se interesen sobremanera por obtener conocimiento acerca de los problemas de su tiempo; y si bien la ciencia no aprecia ni ordena una acción particular, el conocimiento que persigue es conocimiento significativo, es decir, la información que interesa para la ejecución de varios actos. Ningún hombre de ciencia se ha impuesto la tarea de medir las distancias entre la cúspide de la torre Eiffel y las lápidas de todos los cementerios de París.

Para seguir, invito a un flamante blogger y a uno que se colgó y hace rato que no escribe: Cuando contamos cuentos y Los archivos Pelusio, respectivamente.

martes, 7 de julio de 2009

Don´t kill me yet

En el laburo, recibo un sms: "Me gusta más pensar que tus llaves se fueron con mis anteojos a Las Vegas para poder casarse". Tengo sonrisa para todo el resto de la tarde.

domingo, 5 de julio de 2009

Kill me now

Perder las llaves es una de las formas más jodidamente pelotuda de complicarse la vida. Y estoy tan indignada que me voy a guardar todas las interpretaciones psicoanáliticas del hecho de que el llavero que perdí tenía no sólo las de mi flamante nidito de amor sino las de la casa de mis viejos, la del cajón de una oficina en la que trabajé y la del estuche de mi bajo, cosas que representan algo así como el 85% de mi historia.

sábado, 4 de julio de 2009

Burbujas

Unitarios o federales. River o Boca. Blanco o tinto. Perón o Balbín. Capital o provincia. El huevo o la gallina. La bolsa o la vida. Cara o cruz. Decidite, ¿de qué lado estás? Dicen que dijo uno que sabía, que en cada elección se esconde una renuncia. Ir al norte es no ir al sur, ni al este ni al oeste. Ir es no quedarse, y también es no volver. Y eso suena bien, mientras a uno no se le meta en la cabeza la loca idea de querer vivir todas las vidas.

Marilyn es de esas personas a las que un día se les rompió el calendario y la sangre se les llenó de burbujas. Una de esas personas a las que la necesidad de decidirse un día no les pareció tan razonable. O sí, les pareció razonable pero se dieron cuenta de que la razonabilidad no tenía nada que ver con ellas.

Ese día Marilyn se levantó de la cama, fue hasta la puerta, miró afuera y, antes de que la vieja de al lado saliera a barrer por enésima vez la misma baldosa, salió. Y caminó y caminó y algún desvelado escuchó sus taquitos arriba por Velez Sarsfield.

Los que la vieron doblar por Mitre dicen que Marilyn ese día se cansó de las opciones y quiso el pan y la torta, la chancha y los veinte, a Gardel, a Lepera y a toda la orquesta. Y salió a buscarlos. Y fue y vino, y volvió a ir y algunos cuentan que todavía no piensa quedase quieta.

Conozco a unos pibes a los que, como a la falsa rubia de Munro, la inquietud les corre como un gusanito por el brazo. Son unos muchachitos de casi treinta, que andan a veces disconformes, a veces tristes, a veces alegres, a veces muy alegres, a veces borrachos, a veces enojados, a veces cansados pero siempre siempre buena gente. Y como Marilyn, los pibes patean todos los días sin apuro pero con ganas rabiosas de andar todos los caminos. Que, después de todo, parece que de eso se trata un poco todo este asunto: de tener los pies en el barro pero no dejar nunca de mirar las estrellas.


Atropello Carregal presenta su disco "Marilyn Munro" hoy a las 22 en Club de Arte (Medrano 484).

miércoles, 1 de julio de 2009

Dígame licenciada

A vos, que cebaste mates interminables.


A vos, que aguantaste madrugadas.


A vos, que te cagaste de frío conmigo cuando había que salir a fumar al patio.


A vos, que conviviste con mi hipocondría dos veces por cuatrimestre.


A vos, que me amenazaste todas las veces que no di más y quise dejar.


A vos, que te arremangaste y agarraste apuntes aunque no sabías ni por dónde empezar sólo para demostrar que me estaba quejando de más.


A vos, que manejaste con encanto ignífugo la neurosis de la tesis.


A vos, que me prestaste tu casa, tu cama y me hiciste de comer.


A vos, que me inspiraste.


A vos, que me pediste ayuda porque sabés que ayudarte me hace bien.


A vos, que no tenías ni puta idea pero le pusiste onda lo mismo.


A vos, que escuchaste mis discursitos de ceño fruncido sobre la burocracia y el papel que no sirve para nada y me dejaste hablar al pedo y después dijiste: "Dale, seguí leyendo".


A vos, que preguntaste por Padre y pusiste la oreja y el hombro y el corazón y dijiste "para lo que necesites" y fue de verdad.


A vos, que deseaste suerte y después te acordaste y preguntaste cómo fue.


A vos, que estuviste.



A todos, gracias. Cada uno sabe por qué.


Y también a todos los que no aportaron absolutamente nada o se dedicaron a romper las pelotas, porque quedó más que claro que pude igual sin ustedes.

viernes, 26 de junio de 2009

Pelusita

El frío alfiletea y no hay bufanda lo suficientemente larga. Hoy los automovilistas están demasiado prepotentes, los viajeros de subte están demasiado amontonados, las viejas chotas están demasiado viejas y demasiado chotas y los que dudan a la hora de combinar están demasiado inseguros. Hoy el mundo es demasiado y la cabeza se te quedó sin pilas. Pero qué carajo importa todo eso si cuando finalmente llegás, la pelusa enana te saluda nariz con nariz, te moquea con ruido a tractorcito, te regala la panza rosa y te convence de que sí, de que podés, de que dale, che, que no es para tanto.

miércoles, 24 de junio de 2009

Artistos

Dos diagramadores miran fijo los monitores de sus Macs:

- ¿Qué estuvo haciendo Cristina en San Juan? Porque vinieron fotos en las que está abriendo una caja.

- Es la caja de Pandora.

Me río para adentro, no quiero que sepan que los espío. Difícil la tarea del diagramador: hacer calzar nuestras redondas, filosas o espiraladas palabras en cuadrados que se amontonan a lo largo y a lo ancho de las páginas, también cuadradas. Bueno, cuadradas no, rectangulares. Paralelográmicas, digamos, y todos contentos con la palabra inventada.
Editores y armadores libramos día a día una guerra silenciosa, la de la profusión del discurso contra la contundencia de la imagen. Para el observador novato, parecemos un equipo, pero no se engañen. Entre todas esas bromas y ofrecimientos para traer café de la máquina, se debaten dos bandos, se renueva todos los días el odio de Caín a Abel. Con un halo de cordialidad, se patean bajo la mesa los dos hijos bobos del arte: el que se cree el próximo Nobel de literatura contra el aspirante a Dalí versión siglo XXI.

domingo, 21 de junio de 2009

Best advice ever

El de Madre, ante las crisis existenciales: "Pará por media hora, poné música, cantá canciones que te gusten y después empezá todo de nuevo".

viernes, 19 de junio de 2009

ABC1

Y yo pensaba que ya está, que después de tanto dolor me merezco una vida normal, estándar, talle único, chata, americana, previsible: una vida de las familias tipo que mencionan las encuestadoras, con sofá, supermercado y plantitas en el balcón. "Ya tomaste demasiadas decisiones -me repetía-, te toca un tiempo blanco, reluciente y aséptico, como los azulejos de los hospitales. Te toca una época de piloto automático". Tenía casa, trabajo, carrera, pareja, mascota, terapia. Me faltaba resolver la claringrilla. Pero no. Las heridas, como las luciérnagas, prenden sus pancitas en las sombras.

“Me pesa la cabeza”, le explico al traumatólogo. “Me pesa la cabeza le dije al traumatólogo”, le cuento a la terapeuta y me río tarde de mi obviedad simbólica. Puta manía de pensar. Algunos se toman el sueldo, otros se lo fuman, otros se lo cogen, otros se defienden comiendo. Otros suben el volumen. Otros tienen hijos. Esos son los mismos que le ponen cemento de contacto a la azucarera rajada. Los pega-matrimonios. Otros reemplazan sus ideas por letras de alemanes muertos. Letras muertas, edición de lujo, papel amarillo, cubierta de cuero, tipografía dorada. Otros se hunden en espejos. Otros ni se miran. Todo afuera. Vos no entendiste, por qué me tratás mal, no ves que era un chiste, exagerada. Todos, absolutamente todos, mienten. Se mienten. Y eso estaría casi bien, o bien del todo, si entendieran que sus parches funcionan sólo para ellos y no exigieran cómplices. Hacete la película, pero no me pidas que sea actriz de reparto.


Ilustración: Cubeta

sábado, 13 de junio de 2009

Dantesco

La veterinaria no lo sabe, pero la frase "dale este comprimido cada doce horas durante siete días" se parece bastante a la idea que tengo del infierno.

jueves, 11 de junio de 2009

Branding ya

Dalí dice:
podemos ir al restaurant ese que queda a la vuelta

Gala dice:
no sé cuál es

Dalí dice:
adan se llama

Dalí dice:
por jose hernandez


Dalí dice:
no sabés donde es todavía?

Gala dice:

ni idea

Dalí dice:
tiene una manzana

Gala dice:
me estás jodiendo? se llama adan y tiene una manzana? es un telo, no?

Dalí dice:
http://www.adannrestaurante.com.ar


Ilustración: Cubeta

lunes, 1 de junio de 2009

El tipo

A todas las que aprendimos que el azul destiñe y a los príncipes que todavía andan sueltos por ahí.

1 El tipo teje. Como la araña esa del rincón del living, que se instaló ahí vaya a saber cuándo y nunca llama tanto la atención como para rajarla, el tipo se subió un día a un rincón de tu vida y ahí está. Observa y teje. Mientras, vos te cruzás con sicopatones que aceleran hasta estrellarse contra la pared, con narcisos que no dejan de seducir ni a las plantas de interior de la oficina, con niños que más que mujeres quieren una señora de delantal que les alcance los juguetes, con histéricos que todavía no averiguaron si por lo menos se quieren a ellos mismos y con retardados que envolvieron sus emociones bien apretaditas en papel film y las metieron en un freezer. El tipo mientras tanto avanza por el cielorraso como tu compañera de noches de insomnio frente a la tele y celebra en silencio la certeza de que, ahora o más tarde, te vas a distraer, vas a tropezar con una de sus gentilezas y vas a caer en la tela. Y teje. Y espera.

2 El tipo cree que es simple, le encantaría ser simple, pero es complejo. Si la cosa fuera un partido de ajedrez, sería el caballo, esa pieza que no sabemos muy bien cómo funciona hasta que entendemos la belleza de la versatilidad. El tipo avanza pero se corre, se mete pero deja un espacio. Parece que se va pero vuelve. A veces.

3 El tipo no porta cargo, ni apellido, ni pasado más o menos patricio, ni cuenta bancaria. El tipo se gana las cosas con la astucia del que tiene que. Si le preguntás, seguro te dice que no sabe cómo, pero lo cierto es que alguna vez aprendió a leer a la gente. Sí, a leerla. La mayor parte del tiempo puede descubrir sin mucho esfuerzo qué dicen los que callan y qué esconden los que no paran de hablar. Una habilidad por la que más de un analista político se mearía los pantalones. Lo que el tipo no se digna a aprender es que usarla sería mucho más barato que vivir agarrándose a trompadas.

4 El tipo conoce a las mujeres. No a una, a dos, a diez, el tipo se sabe de memoria ese pedazo de universo que misteriosamente comparten todas y que está hecho de papelitos, de flores secas, de olor a acetona, de letras de canciones malas y de tiempo, sobre todo de tiempo. Podría darle cátedra sobre esos bichos de voz crispada y rímel corrido a más de un sociólogo-especializado-en-problemáticas-de-género. Es que el tipo se cansó de ver a Penélopes en chancletas esperar por un Ulises que fue a salvar al mundo o a comprar cigarrillos y se olvidó el camino de regreso. Conoce de cerca cómo, unidas por el amor o el espanto o la envidia -poco importa-, forman esas cofradías que hacen que nunca falte el pan, el abrigo o las curitas. Y el tipo las (nos) conoce porque las (nos) escucha. No como el playboy que durante la primera cita sonríe y asiente con la cabeza y dice ajá ajá cada tanto mientras piensa si después del fútbol del martes le va a quedar tiempo para llevar a lavar el auto. No. El tipo escucha metódicamente y recuerda y seguro que de vez en cuando nos relojea las tetas, que después de todo el tipo es un tipo, vamos.

5 El tipo sabe hacer reir. Casi como un arma. Es capaz de meterse en terreno peligroso y salir ileso, decir las barbaridades más descaradas y conseguir una carcajada ahí donde cualquier hijo de vecino se haría acreedor de un bife.

6 Al tipo le encanta su rol. Le encanta ser EL tipo. No sabemos qué es lo que adora de esos ritos antiguos, pero está claro que no lo hace por pura pose, sino que realmente le sale así. Es el que te deja pasar, te abre la puerta, te cede el asiento y seguro te ayuda a cargar algo pesado. Y si estás atrapada en la mentira feminista de la liberación -esa donde sos una profesional independiente pero ganás menos que un tipo que hace tu mismo trabajo y además seguís lavando ropa, fregando pisos, criando hijos y ocupándote de estar depilada-, el tipo es una bocanada de aire fresco. Tiene algo de padre, es cierto. Pero si desde que tenemos memoria nos andamos haciendo cargo de plantas, mascotas y parejas, no está mal dejar que por una vez alguien nos alcance un saco si tenemos frío.

7 Cuando el tipo besa, la vida se vuelve una comedia romántica hollywoodense. Por lo menos por un rato. Podés estar en Corrientes y Callao a las seis de la tarde de un martes en el que llueve a cántaros y sentirte en cualquier esquina de Nueva York, en la fiesta de víspera de algún año nuevo de la década del 80. O en el Empire State en San Valentín. O en un bar de Manhattan donde un trompetista toca temas de Chet Baker y todo es vasos transpirados, penumbras y humo.

8 El tipo, naturalmente, es el tipo de otra. Otra le compra la miel para el tecito cuando está engripado, le elige el champú y le recuerda que se vence la prepaga. Con otra va al supermercado y tironea de la frazada a la noche. Y es otro, claro, el que se banca nuestros pies helados y nuestros platos estrellados contra el piso. Inoportuno pero inevitable, el tipo es una invitación al portador, un lujo secreto, un milagro prestado.

domingo, 31 de mayo de 2009

Que contra gustos, no hay disputa

Una tarde típica hace la plancha en la redacción del San Telmo empedrado, el infame. Teclean con dos dedos los redactores analógicos, suenan los teléfonos que nadie atiende y gritan sus alarmas repetidas los colegas televisivos que todos critican abiertamente pero envidian en secreto. "Caos de tránsito" y "Diluvia en Buenos Aires" son sus titulares preferidos. Un columnista se enoja (tanto como se pueden enojar los señores cuando están enfundados en un traje) y explica pormenores de un procedimiento penal con rigor de verdá milaneseril.

- ¿Hablo yo o pasa un tren? Pasa un tren...untrén untrén...untrén untrén...- suelta desde el púlpito jefe megalómano mientras quizás comenta algo de la tele, le contesta a un interlocutor imaginario o discute con alguna de sus otras personalidades, quién sabe.

- Vos sabés que allá los trenes no hacen ruido- interrumpe, didáctico, jefe canciller.

- ¿Allá dónde?

- En Barcelona. Porque tienen un sistema, me contaba una vecina, que...

El monólogo colectivo continúa. Posiblemente se sumen nuevos participantes y nuevos temas. Si usté es un amante de este fenómeno, recuerde: la clave es esperar que el otro se calle para introducir un comentario. No importa el tema, sólo el sentido de la oportunidad. ¿Le preocupa que adviertan que sólo quiere hablar para experimentar el éxtasis de oír su propia voz sin importar que exista cualquier tipo de coherencia con lo que se dijo antes? Quédese tranquilo: el otro tampoco lo está escuchando.



Ilustración: Cubeta

jueves, 28 de mayo de 2009

Puente

-Cómo hablan ustedes-, dice él y se sorprende al ver por enésima vez cómo se reconstruye el puente indestructible que todas citamos alguna vez en cuadernos rosas. Las mujeres somos cuando contamos, cuando escuchamos a la otra reinventarse en su relato, cuando la dejamos tejernos también un poco. Una mujer que cuenta siempre puede ser otra y ahí está en parte la maravilla.
Ella habla y el aire vibra y estallan relámpagos azules cada vez que pestañean sus ojos de muñeca. Ella hoy me quiere contar historias de tipos borrachos y se entusiasma de mentira con ese que le dijo bomboncito. El azúcar (¿o será la madrugada?) nos va poniendo suaves. Pasan tipos frente a la ventana y las dos nos incorporamos, la espalda derecha y las piernas cruzadas -como en el colegio-, y les regalamos una sonrisa como si de verdad nos importaran.

viernes, 22 de mayo de 2009

Desplazamiento

¿A quién te estarás dirigiendo realmente cuando te sorprendés gritándole "dejame en paz" al gato?

miércoles, 20 de mayo de 2009

Aún

Todavía es temprano para los cientos de automovilistas que cooperan sin saberlo acaso en Libertador, en Alvear, en Cerrito para mantener el aire libre de bocinas. Es de día porque ya dejó de ser de noche pero un día clase B, sin sol, sin siquiera un celeste que prometa postal. El cielo es una pasta sucia y gris. Todavía no son las 8 y ya ruge Paluch pero así y todo el monstruo duerme y aprovechemos que ahí arriba hay papel maché húmedo, luces rojas, hojas verdes sacudidas como el flequillo de esa chica de campera que tiembla en el boulevar, manos en los bolsillos, balcones con ventanales y un tender que se muere de ganas de participar en el desafío de la blancura. Todavía en las cocinas dura el olor a café y a tostadas pero Gianola a esta hora es peor que Paluch, si es que algo puede ser peor para mis lagañas que Paluch a esta hora, con sus reflexiones de best seller, su tono de intelectual congestionado, su crispación velada de te lo dije pero nunca me escuchás, de tipo comprometido pero vaya a saber con quién, su frente alta, bien alta en el éter y su aire seudo superado de gurú wannabe.

viernes, 8 de mayo de 2009

Mundo animal

Tener un perro es como tener un empleado. Alguien que obedece, que agradece, que agacha la cabeza. Alguien que intenta pasar desapercibido cuando estás enojado, que se alegra con tu dicha, que se mueve en tu misma sintonía. Tener un perro es saber que cada orden será acatada, que cada pedido será satisfecho, que a a le corresponde b, que el conductismo funciona. Tener un perro es sentirse dueño como en el comercial del Hipotecario. Tener un perro es una certeza.
Tener un gato es como tener un socio. Alguien con el que a veces estás de acuerdo, pero la mayoría de las veces no. Alguien al que si le gritás, grita más fuerte o te deja hablando solo. Alguien con sus propios intereses, que no son iguales a los tuyos pero que muchas veces coinciden y ahí te acordás en qué carajo estabas pensando cuando empezó todo esto. Tener un gato es tener preguntas, es andar a tientas por el mundo, es llegar a la conclusión de que la confianza es solamente un comodín de los marketineros a la hora de llenar informes trasnochados. Tener un gato es acordarte de que no todo depende de vos ni ocurre porque a vos se te ocurre.

sábado, 2 de mayo de 2009

Insight

Ese jueves a la tarde ella decidió que había terminado el inventario de sus ausencias (las de él). Tenía de las físicas pero sobre todo, tenía de las otras, las de cuerpo presente pero ojos lejos, las manos ocupadas, la luz azul de la tele o del monitor de refilón en la cara, un ajá en la boca y la cabeza llena de pajaritos.
Ese jueves a la tarde –llovía creo-, ella se dio cuenta de lo bien que había aprendido a arreglárselas sola. Se dio cuenta de que se la había tragado un eterno mientras tanto, un espere en línea por favor, un pida turno, un haga cola, un tengo el 103 y por más que doy vueltas y vueltas siguen llamando al 67.
Ese jueves ella se dio cuenta. Y juntó sus cosas y chau picho, au revoir monsieur, si te he visto no me acuerdo.

Otro jueves a la tarde él le iba a contar a un amigo:
- Cristina se fue. Ni idea qué le agarró, no sé, no dijo nada. Y eso que estábamos bárbaro...
- Ajá-, dijo el otro, mientras giraba la cabeza para seguir mirando el partido.

jueves, 30 de abril de 2009

De carne somos

Pinky dice:
nunca nadie me había encuestado tanto cuando vivía en san martín

Cerebro dice:
es que a nadie le importaba lo que pensabas

Cerebro dice:
ahora sos parte de la cuota hilton

Pinky dice:
vos sabés lo que es la cuota hilton?

Pinky dice:
o lo dijiste porque sonaba lindo?

Pinky dice:
o las dos?

Cerebro dice:
te sorprende que sea tan groso no? soy publicitario

Pinky dice:
ahora que vivo en belgrano soy carne de exportación

viernes, 17 de abril de 2009

Todos iguales

Lo que Freud no nos avisó es que la verdadera compulsión a la repetición es la heterosexualidad.

jueves, 16 de abril de 2009

Decálogo de la ecología emocional

Reciclar (del sajón recycle, seguir dando vueltas)
1. tr. Forma de convertir en algo útil la eterna voluntad femenina de querer arreglar aquello que no tiene arreglo.
2. tr. Eufemismo que reúne todos los intentos por enderezar lo que está torcido, torcer un poco lo que está demasiado derecho, mover a la izquierda lo que está a la derecha y ponerle lunares a lo que tiene rayas.


1. Agarrar un mueble viejo, uno que ya nació berreta y que nadie hubiera elegido de haber tenido la oportunidad, y hacer de eso una causa.
2. Lijarlo como si se nos fuera la vida.
3. Cubrir los huecos con masilla -también conocida como resignación-, esa pasta amorfa que sirve para disimular vacíos.
4. Pintar hasta que el color original desaparezca. Una y otra y otra mano. En el medio, preguntarnos qué carajo estamos haciendo y quién nos mandó a meternos en esto, cuando era mucho más fácil comprar una biblioteca, pero no.
5. Invertir cada gota de esfuerzo en hacer que la mesa de televisor desvencijada de la abuela luzca como la biblioteca que necesitamos y además combine con el resto de los muebles del living. Fracasar.
6. Sufrir. Acto seguido, pensar que si en lugar de una biblioteca flamante, quisiéramos una mesa para televisor más o menos desvencijada, el mundo volvería a tener sentido.
7. Dejar de leer y empezar a mirar la tele. Adaptarnos. Poco a poco, ir poniendo voluntad para creernos los personajes de Mariano Martínez. Incluso el del ciego, sí.
8. Un mediodía, mientras escuchamos la cortina de Almorzando con Mirtha Legrand, darnos cuenta de que en realidad queremos leer frente a la ventana.
9. Sentirnos culpables.
10. Más tarde o más temprano, entender que no todo tiene arreglo. Que hay cosas que están bien donde están y que todo sería mucho más fácil si aprendiéramos a dejarlas ir.

martes, 7 de abril de 2009

Buenas y santas

Bienvenidos. Que la suerte sea mucha y la expectativa, poca. ¿Las actualizaciones? Esporádicas.

Siéntanse como en casa. O no.