A vos, que cebaste mates interminables.
A vos, que aguantaste madrugadas.
A vos, que te cagaste de frío conmigo cuando había que salir a fumar al patio.
A vos, que conviviste con mi hipocondría dos veces por cuatrimestre.
A vos, que me amenazaste todas las veces que no di más y quise dejar.
A vos, que te arremangaste y agarraste apuntes aunque no sabías ni por dónde empezar sólo para demostrar que me estaba quejando de más.
A vos, que manejaste con encanto ignífugo la neurosis de la tesis.
A vos, que me prestaste tu casa, tu cama y me hiciste de comer.
A vos, que me inspiraste.
A vos, que me pediste ayuda porque sabés que ayudarte me hace bien.
A vos, que no tenías ni puta idea pero le pusiste onda lo mismo.
A vos, que escuchaste mis discursitos de ceño fruncido sobre la burocracia y el papel que no sirve para nada y me dejaste hablar al pedo y después dijiste: "Dale, seguí leyendo".
A vos, que preguntaste por Padre y pusiste la oreja y el hombro y el corazón y dijiste "para lo que necesites" y fue de verdad.
A vos, que deseaste suerte y después te acordaste y preguntaste cómo fue.
A vos, que estuviste.
A todos, gracias. Cada uno sabe por qué.
Y también a todos los que no aportaron absolutamente nada o se dedicaron a romper las pelotas, porque quedó más que claro que pude igual sin ustedes.