viernes, 26 de junio de 2009

Pelusita

El frío alfiletea y no hay bufanda lo suficientemente larga. Hoy los automovilistas están demasiado prepotentes, los viajeros de subte están demasiado amontonados, las viejas chotas están demasiado viejas y demasiado chotas y los que dudan a la hora de combinar están demasiado inseguros. Hoy el mundo es demasiado y la cabeza se te quedó sin pilas. Pero qué carajo importa todo eso si cuando finalmente llegás, la pelusa enana te saluda nariz con nariz, te moquea con ruido a tractorcito, te regala la panza rosa y te convence de que sí, de que podés, de que dale, che, que no es para tanto.

miércoles, 24 de junio de 2009

Artistos

Dos diagramadores miran fijo los monitores de sus Macs:

- ¿Qué estuvo haciendo Cristina en San Juan? Porque vinieron fotos en las que está abriendo una caja.

- Es la caja de Pandora.

Me río para adentro, no quiero que sepan que los espío. Difícil la tarea del diagramador: hacer calzar nuestras redondas, filosas o espiraladas palabras en cuadrados que se amontonan a lo largo y a lo ancho de las páginas, también cuadradas. Bueno, cuadradas no, rectangulares. Paralelográmicas, digamos, y todos contentos con la palabra inventada.
Editores y armadores libramos día a día una guerra silenciosa, la de la profusión del discurso contra la contundencia de la imagen. Para el observador novato, parecemos un equipo, pero no se engañen. Entre todas esas bromas y ofrecimientos para traer café de la máquina, se debaten dos bandos, se renueva todos los días el odio de Caín a Abel. Con un halo de cordialidad, se patean bajo la mesa los dos hijos bobos del arte: el que se cree el próximo Nobel de literatura contra el aspirante a Dalí versión siglo XXI.

domingo, 21 de junio de 2009

Best advice ever

El de Madre, ante las crisis existenciales: "Pará por media hora, poné música, cantá canciones que te gusten y después empezá todo de nuevo".

viernes, 19 de junio de 2009

ABC1

Y yo pensaba que ya está, que después de tanto dolor me merezco una vida normal, estándar, talle único, chata, americana, previsible: una vida de las familias tipo que mencionan las encuestadoras, con sofá, supermercado y plantitas en el balcón. "Ya tomaste demasiadas decisiones -me repetía-, te toca un tiempo blanco, reluciente y aséptico, como los azulejos de los hospitales. Te toca una época de piloto automático". Tenía casa, trabajo, carrera, pareja, mascota, terapia. Me faltaba resolver la claringrilla. Pero no. Las heridas, como las luciérnagas, prenden sus pancitas en las sombras.

“Me pesa la cabeza”, le explico al traumatólogo. “Me pesa la cabeza le dije al traumatólogo”, le cuento a la terapeuta y me río tarde de mi obviedad simbólica. Puta manía de pensar. Algunos se toman el sueldo, otros se lo fuman, otros se lo cogen, otros se defienden comiendo. Otros suben el volumen. Otros tienen hijos. Esos son los mismos que le ponen cemento de contacto a la azucarera rajada. Los pega-matrimonios. Otros reemplazan sus ideas por letras de alemanes muertos. Letras muertas, edición de lujo, papel amarillo, cubierta de cuero, tipografía dorada. Otros se hunden en espejos. Otros ni se miran. Todo afuera. Vos no entendiste, por qué me tratás mal, no ves que era un chiste, exagerada. Todos, absolutamente todos, mienten. Se mienten. Y eso estaría casi bien, o bien del todo, si entendieran que sus parches funcionan sólo para ellos y no exigieran cómplices. Hacete la película, pero no me pidas que sea actriz de reparto.


Ilustración: Cubeta

sábado, 13 de junio de 2009

Dantesco

La veterinaria no lo sabe, pero la frase "dale este comprimido cada doce horas durante siete días" se parece bastante a la idea que tengo del infierno.

jueves, 11 de junio de 2009

Branding ya

Dalí dice:
podemos ir al restaurant ese que queda a la vuelta

Gala dice:
no sé cuál es

Dalí dice:
adan se llama

Dalí dice:
por jose hernandez


Dalí dice:
no sabés donde es todavía?

Gala dice:

ni idea

Dalí dice:
tiene una manzana

Gala dice:
me estás jodiendo? se llama adan y tiene una manzana? es un telo, no?

Dalí dice:
http://www.adannrestaurante.com.ar


Ilustración: Cubeta

lunes, 1 de junio de 2009

El tipo

A todas las que aprendimos que el azul destiñe y a los príncipes que todavía andan sueltos por ahí.

1 El tipo teje. Como la araña esa del rincón del living, que se instaló ahí vaya a saber cuándo y nunca llama tanto la atención como para rajarla, el tipo se subió un día a un rincón de tu vida y ahí está. Observa y teje. Mientras, vos te cruzás con sicopatones que aceleran hasta estrellarse contra la pared, con narcisos que no dejan de seducir ni a las plantas de interior de la oficina, con niños que más que mujeres quieren una señora de delantal que les alcance los juguetes, con histéricos que todavía no averiguaron si por lo menos se quieren a ellos mismos y con retardados que envolvieron sus emociones bien apretaditas en papel film y las metieron en un freezer. El tipo mientras tanto avanza por el cielorraso como tu compañera de noches de insomnio frente a la tele y celebra en silencio la certeza de que, ahora o más tarde, te vas a distraer, vas a tropezar con una de sus gentilezas y vas a caer en la tela. Y teje. Y espera.

2 El tipo cree que es simple, le encantaría ser simple, pero es complejo. Si la cosa fuera un partido de ajedrez, sería el caballo, esa pieza que no sabemos muy bien cómo funciona hasta que entendemos la belleza de la versatilidad. El tipo avanza pero se corre, se mete pero deja un espacio. Parece que se va pero vuelve. A veces.

3 El tipo no porta cargo, ni apellido, ni pasado más o menos patricio, ni cuenta bancaria. El tipo se gana las cosas con la astucia del que tiene que. Si le preguntás, seguro te dice que no sabe cómo, pero lo cierto es que alguna vez aprendió a leer a la gente. Sí, a leerla. La mayor parte del tiempo puede descubrir sin mucho esfuerzo qué dicen los que callan y qué esconden los que no paran de hablar. Una habilidad por la que más de un analista político se mearía los pantalones. Lo que el tipo no se digna a aprender es que usarla sería mucho más barato que vivir agarrándose a trompadas.

4 El tipo conoce a las mujeres. No a una, a dos, a diez, el tipo se sabe de memoria ese pedazo de universo que misteriosamente comparten todas y que está hecho de papelitos, de flores secas, de olor a acetona, de letras de canciones malas y de tiempo, sobre todo de tiempo. Podría darle cátedra sobre esos bichos de voz crispada y rímel corrido a más de un sociólogo-especializado-en-problemáticas-de-género. Es que el tipo se cansó de ver a Penélopes en chancletas esperar por un Ulises que fue a salvar al mundo o a comprar cigarrillos y se olvidó el camino de regreso. Conoce de cerca cómo, unidas por el amor o el espanto o la envidia -poco importa-, forman esas cofradías que hacen que nunca falte el pan, el abrigo o las curitas. Y el tipo las (nos) conoce porque las (nos) escucha. No como el playboy que durante la primera cita sonríe y asiente con la cabeza y dice ajá ajá cada tanto mientras piensa si después del fútbol del martes le va a quedar tiempo para llevar a lavar el auto. No. El tipo escucha metódicamente y recuerda y seguro que de vez en cuando nos relojea las tetas, que después de todo el tipo es un tipo, vamos.

5 El tipo sabe hacer reir. Casi como un arma. Es capaz de meterse en terreno peligroso y salir ileso, decir las barbaridades más descaradas y conseguir una carcajada ahí donde cualquier hijo de vecino se haría acreedor de un bife.

6 Al tipo le encanta su rol. Le encanta ser EL tipo. No sabemos qué es lo que adora de esos ritos antiguos, pero está claro que no lo hace por pura pose, sino que realmente le sale así. Es el que te deja pasar, te abre la puerta, te cede el asiento y seguro te ayuda a cargar algo pesado. Y si estás atrapada en la mentira feminista de la liberación -esa donde sos una profesional independiente pero ganás menos que un tipo que hace tu mismo trabajo y además seguís lavando ropa, fregando pisos, criando hijos y ocupándote de estar depilada-, el tipo es una bocanada de aire fresco. Tiene algo de padre, es cierto. Pero si desde que tenemos memoria nos andamos haciendo cargo de plantas, mascotas y parejas, no está mal dejar que por una vez alguien nos alcance un saco si tenemos frío.

7 Cuando el tipo besa, la vida se vuelve una comedia romántica hollywoodense. Por lo menos por un rato. Podés estar en Corrientes y Callao a las seis de la tarde de un martes en el que llueve a cántaros y sentirte en cualquier esquina de Nueva York, en la fiesta de víspera de algún año nuevo de la década del 80. O en el Empire State en San Valentín. O en un bar de Manhattan donde un trompetista toca temas de Chet Baker y todo es vasos transpirados, penumbras y humo.

8 El tipo, naturalmente, es el tipo de otra. Otra le compra la miel para el tecito cuando está engripado, le elige el champú y le recuerda que se vence la prepaga. Con otra va al supermercado y tironea de la frazada a la noche. Y es otro, claro, el que se banca nuestros pies helados y nuestros platos estrellados contra el piso. Inoportuno pero inevitable, el tipo es una invitación al portador, un lujo secreto, un milagro prestado.