miércoles, 27 de junio de 2012

Ausencias

Ya anocheció. Ya pasó la hora de los suicidas, la hora en que todo el confort del mundo no alcanza para acomodarnos el mundo, la hora en que toda la academia del mundo no alcanza para explicarnos el mundo, la hora en que el sol se cae redondo a un pozo y con él nuestras modestas esperanzas de mañana. Pongo música, tomo un té, leo el libro que me prestaste.
Un poco como que me gusta este destiempo hecho de cosas, esta ausencia de un momento o un espacio simultáneos que aún así nos junta en los placeres. Porque estás en los poemas, en un piano, en el viento del otoño, en un ladrido lejano. Porque estoy, yo sé que estoy, en la lluvia, en un mantel de flores, en dos o tres dudas pavotas. Porque somos los que nunca nos vamos.