viernes, 28 de mayo de 2010

Del manual Kapelusz para la vida en pareja I

Nunca subestimes el efecto retórico de un plato estrellado contra el piso.

Y nunca, menos que menos, subestimes la cantidad de grasa que queda por limpiar si el plato anterior tenía comida china.

domingo, 16 de mayo de 2010

Menos jirafa

Resulta que es un martes bien martes, de esos que serían un jueves perfecto pero llegaron demasiado temprano. Voy a avenida Belgrano y Defensa. Libertadornuevedejuliobelgrano. Y por favor no hables, que ya bastante tengo conmigo.


Seguro suena una de Lionel Ritchie cuando estás llegando a Sarmiento y en la curva del zoo ves un semáforo. Es gris. Oh, el horror, el horror, la arañita de la imprevisión te camina por el brazo. Es un semáforo –decís-, tiene luces, sirve para ordenar el tráfico, porque supongamos que para eso se inventaron los semáforos, no van a ser para putearlos si se ponen en rojo y mirás al tipo de al lado y es un viejo libidinoso que hace más contacto visual del socialmente aceptable en estas circunstancias o un joven metrosexual que te imaginás pasado de perfume o una cuarentona con cara de divorciada que fuma o no sabés porque hay vidrios polarizados.


Pero supongamos que sí, que los semáforos sirven para ordenar el tráfico y nuestra vida sería un verdadero infierno si no existieran –porque supongamos además que hay gente que estudia estas cosas (los semaforólogos, ponele) y después de mucho experimentar llega a la conclusión de que sí, de que vos creés que tu vida es un infierno pero en realidá no sabés bien qué es el infierno porque todavía tenés los semáforos, el argumento ontológico de los semáforos que le permite al peatón recuperar la entidad de su mundo pavimentado, así que imaginate si no-.


Cuestión que vas por Libertador y ahí está, el semáforo. Gris. Y no sabés por qué pero te invade una especie de penita, una especie de desazón por el semáforo tan gris él. Y pensás, bueno, es un semáforo, tiene la altura necesaria, está en el lugar indicado para que los automovilistas lo vean, tiene las tres luces convencionales en el orden convencional, las luces funcionan, está sincronizado con los otros semáforos, los automovilistas lo respetan, en líneas generales, menos el tontito ese del auto tuneado pero qué vas a esperar.


Pero es gris. No amarillo. Gris. Grisgrisgrisgrisgrisgris. Y no sabés por qué pero te parece menos semáforo que los demás semáforos. Y es alto como los demás semáforos pero no es amarillo como los demás y entonces se parece un poco menos a una jirafa que los demás semáforos que son altos y amarillos pero este es sólo alto. Y menos jirafa. Pobrecito.

jueves, 6 de mayo de 2010

¿Sabés qué?

Esta vez no me voy a enojar, no voy a levantar la voz

ni voy a poner el más mínimo esfuerzo en explicarte nada.

Simplemente me voy a sentar acá a esperar a que te esfumes,

a que te disuelvas, a que te lleve el mar.


Voy a dejar que el tiempo te borronee de a poquito

hasta que tu recuerdo se vuelva irreconocible

y ni siquiera tenga que fingir que te extraño.


Hasta que te hagas un bollo de papel arrugado y sucio

para tirar en un tacho cualquiera.


Capaz la emboco.