viernes, 24 de diciembre de 2010

Oda a la primera novia

Yo tuve una primera novia. Como todas las primeras novias, era la más linda, la más inteligente, la más cariñosa, la que mejor me entendía y me cuidaba. Era perfecta. Y como todas las primeras novias, un día me dejó.

Yo tuve un jefe que fue mi primera novia.

Era el rey de la puteada. Sabía que el que putea primero putea dos veces y hacía de eso un estilo de vida. Creeme que no conocés el real significado de la expresión “rosario de puteadas” hasta que no te equivocaste con algo que te pidió.

Era el mejor usador de trajes del mundo. La tarde podía venir con quilombos, 40 grados a la sombra, declaraciones clave de funcionarios (cómo nos gustan las cosas “clave” a los periodistas, viste), cuatro teles a todo volumen y ocho teléfonos sonando (más el celular, claro) y él, impecable, tipeando con el saco puesto. Todavía me cuesta creer que su guadarropa tenga algo más que trajes grises.

El tipo era intenso. Una jornada laboral con él era como un día en un parque de diversiones en el que sólo tenés pases para la montaña rusa y en el que el viaje sólo incluye la parte esa donde el carrito sube hasta el punto más alto del recorrido y se suelta en caída libre mientras vos tratás de atajar los pulmones para que no se te salgan del cuerpo. Así una, dos, diez veces. Porque ponele que las crisis de ansiedad pueden tener un lado divertido. Bueno, ponele, dije.

El tipo tenía reglas para todo. Y si no te las inventaba en el momento, no vaya a ser que creas que lo enganchaste distraído.

El tipo tenía el peor gusto musical que vi en años, pero lo llevaba con una dignidad demoledora. A veces me sorprendo a mí misma tratando de imitarlo cuando en alguna reunión se me da por defender los boleros de Luis Miguel, o la trayectoria de Los Caballeros de la Quema.

Al tipo no le gustaba perder ni a la bolita. Algunos días me parecía un poco exagerado, pero me tranquilizaba la idea de saber que me estaba rompiendo el orto para alguien al que no le daba lo mismo nada nunca.

El tipo sabía que la clave para que un proyecto colectivo funcione es ir al frente, dar el ejemplo, no romperle mucho las pelotas a la gente y no dejar nunca a nadie solo. Y vaya si le funcionaba.

El tipo es una de las personas más odiosas y valiosas y soberbias y divertidas y jodidas y queribles que conocí. El tipo es mi primera novia. Nunca un jefe va a saber tanto, ni va a tener tanta experiencia ni me va a tratar tan bien ni me va a enseñar tanto como él.

Te odio, Ex-Jefe, me acabás de cagar la vida.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Fragmentos de cartas que sí escribo

Estimados vecinos,

Antes que nada, quiero aclarar que no tengo nada en contra de los animales, al contrario: los adoro, y prueba de ello es que tengo dos gatos. Pero así como mis gatos hacen sus necesidades en las piedritas que tengo ADENTRO de mi casa, les pido encarecidamente que sus perros hagan lo propio, y disculpen la insistencia, ADENTRO de sus casas, y no –por ejemplo- en la escalera que estoy obligada a transitar para salir a la calle.

Entiendo que el animal pueda no comprender lo que estoy pidiendo y cagar donde le plazca, por lo que le pido al respectivo dueño que, en ese caso, tenga a bien hacerse responsable de su mascota y limpiar la mierda.

Desde ya muchas gracias.


La Niña Z

Departamento I (de infierno)

domingo, 12 de diciembre de 2010

Fragmentos de cartas que nunca voy a escribir II

Hola, ¿cómo va? No se si me ubicás, soy medio feucha, medio tonta, bastante intrascendente, estoy siempre un poco atrás y un poco abajo que vos, en todos los sentidos. Bueno, perdoná que te moleste, son dos minutos nomás y podés seguir durmiendo o chamuyándote a la minita, whatever.

Te quería decir que sos lindo y talentoso y hacés todo bien, no necesariamente en ese orden. Y la verdad, teniendo en cuenta ese escenario, el autobombo no va. Si ya dios te dio belleza y te dio talento, andar por la vida como para que se note no hace falta, papá. Porque si a dios le hubiese gustado que vayas por ahí caminando medio metro por encima del resto de los mortales, te habría dado también un banquito, ¿no te parece? ¿Y te lo dio, dios, al banquito? ¿No, no? Bueno, ahí tenés.

¿No te alcanza con saber que sos lindo, eh? ¿No te alcanza con saber que lo que tocás es de una belleza perturbadora? Porque vos sos fachero, sí, pero tu música es otra cosa, es bella, como las obras de arte. Como el David de Miguel Angel, como los claroscuros de Caravaggio, tan perfecta y a la vez tan real que hace que te hagas pis encima.

Entonces, decime, querido: ¿es necesario que te mires al espejo mientras tocás? ¿Es realmente necesario que te saques la camisa, te quedes en musculosa y te relojees los bíceps mientras probás sonido? Porque por más lindo que seas y más perturbadoramente bella sea tu música, cuando hacés cosas como esa lo único que me sale es acordarme de Peter Bateman en American Psycho y cagarme de risa.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Instrucciones para convertir la compra de cerámicas en un road trip

1. Alterar las coordenadas. Que la salida no sea a la hora que se suponía, ni desde el punto que se suponía y tampoco hacia el destino que se suponía. Que el cambio de itinerario incluya trágicas conversaciones por teléfono, gritos, llanto, y claro, portazos (nunca pueden faltar los portazos en un verdadero drama, son como la versión arquitectónica de los cachetazos de Arnaldo André).

2. Salir a comprar. Al ritmo del espástico estribillo hurlinghamiano, dejar que el capitalismo haga su trabajo y que el vendedor nos venda lo que quiera. No resistirse y plastiquear tres cuotas que sumadas a las anteriores completan como mil. Lamentarse de que el año tenga sólo doces meses y un único aguinaldo y elevarle una plegaria a San Patrimonio y otra a la Virgen de las Madres Piadosas. Cantar la marcha peronista por dentro.

3. Hacer camino al andar. Emprender el trayecto Palermo-Martínez sin GPS, Guía T, Guía Filcar ni conocimiento del trazado urbanístico alguno. Hacer llamadas desesperadas a conductores más experimentados (o sea, a cualquiera) para terminar improvisando un itinerario que incluya trayectos de entre seis y diez cuadras en sentido inverso al requerido, innecesarios giros a la derecha y el atravesamiento de un estacionamiento de un Carrefour con salida por la misma calle por la que se ingresó.

4. Que llueva. Panamericana, viernes, seis de la tarde. Do the math.

5. Ponerle swing. Matizar la sensación de diluvio universal con una compileta de temas del Fito ochentoso, en la que no pueden faltar “Parte del aire” y “Gricel”. Que el conductor tararee los arreglos de violines mientras la copiloto hace coros. Los estribillos, a los gritos.

6. Retirar lo comprado y cargar combustible. Y por “combustible” entiéndase alfajores de maicena y gaseosas.

7. Emprender el regreso. Violar todas y cada una de las leyes de tránsito, tanto las existentes como las que aún no se han inventado. Decidir por unanimidad que en provincia los semáforos tienen fines decorativos. Matizar el acometimiento vial con anécdotas que tienen por locación a Zárate y que incluyen villas, establecimientos deportivos y robo de calzado. Debatir sobre el significado de la palabra “viaducto”.

8. Desviarse. Visitar a flamantes padres y constatar que a los 30 días de vida los niños comienzan a abandonar el look “pasa de uva sanguinolenta” que traen al nacer y comienzan a parecerse un poco más a lo que vemos en las publicidades. Imaginar planes para conquistar al mundo y conseguir que te pasen temas en la radio a punta de pistola. Olvidarlos a los diez minutos. Reírse del cantante de los Superratones. Imitar a los cantores de flamenco. Tomar mate.

9. Ahora sí, volver. Instalar como tópico de debate “el desempeño de los guitarristas de Fito Páez”. Conseguir consenso a favor de Gabriel Carámbula y posiciones antagónicas e irreconciliables sobre Ulises Butrón. Que Gonzalo Aloras pase por la conversación sin pena ni gloria.

10. Descargar materiales. Que el cupo masculino hombree cajas de cerámicas subiendo dos pisos por escaleras mientras el cupo femenino hace apoyo logístico.

11. Volver a casa seis horas después sudados, mojados por la lluvia y pegoteados por la humedad. Comentar algo como "estuvimos viajando como seis horas, podríamos haber llegado a Mar del Plata". Que te manden a la puta que te parió. Que tengan razón. Cenar chino.

domingo, 15 de agosto de 2010

Fragmentos de cartas que nunca voy a escribir I

Quiero que sepas que sufro de un extraño tipo de mutismo selectivo que me deja totalmente paralizada cuando me cruzo con un tipo lindo. Me quedo muda. Pero literalmente muda. Muda mal. Muda estatua. No puedo hablar, no puedo mirarlo, no puedo siquiera pensar en mirarlo, no puedo moverme y cuando finalmente puedo, aprovecho ese instante de lucidez para alejarme del sujeto en cuestión y tratar de seguir con mi vida de una manera más o menos normal. O aunque sea, poco sospechosa. Así que la próxima vez que pienses que soy una conchuda que se cree la gran cosa porque no te saludo, no te miro, no te hablo, no te escucho cuando hablás, no me río de tus chistes o directamente abandono el espacio que estamos compartiendo, por favor acordate de esto y entendé que es porque me parecés muy-muy-muy bello. Gracias.

domingo, 8 de agosto de 2010

Uno veinticinco por favor

Elconurbano de noche tiene esa cosa de abandono, de venirse a menos, de pueblo fantasma donde lo único que quedan son las luces azules de las teles encendidas a través de las ventanas. Las calles van envueltas en una penumbra ocre que sale de los faroles redondísimos como lunas particulares, al por mayor, de a tres o cuatro por cuadra.

De vez en cuando un quiosco, un estacionamiento, hasta una carpintería, y en el mientras tanto filas y filas de casas en las que parece que no vive nunca nadie. Será que Elconurbano es un gran Truman show al que la gente va de día, será que todos son extras que se peinan para salir en tele si las noticias, si es que acaso algún robo, alguna colegiala violada.

Pero Elconurbano también son los árboles indisciplinados, los conocidos que se encuentran en el bondi, el automovilista que se persigna cuando lo sorprende el monolito de la virgen, el pasacalle hiperglucémico, el quinceañero sartreano de los ojos delineados y sobre todo los perros, esos perros sin apellido que te ignoran en todas las ochavas.

viernes, 28 de mayo de 2010

Del manual Kapelusz para la vida en pareja I

Nunca subestimes el efecto retórico de un plato estrellado contra el piso.

Y nunca, menos que menos, subestimes la cantidad de grasa que queda por limpiar si el plato anterior tenía comida china.

domingo, 16 de mayo de 2010

Menos jirafa

Resulta que es un martes bien martes, de esos que serían un jueves perfecto pero llegaron demasiado temprano. Voy a avenida Belgrano y Defensa. Libertadornuevedejuliobelgrano. Y por favor no hables, que ya bastante tengo conmigo.


Seguro suena una de Lionel Ritchie cuando estás llegando a Sarmiento y en la curva del zoo ves un semáforo. Es gris. Oh, el horror, el horror, la arañita de la imprevisión te camina por el brazo. Es un semáforo –decís-, tiene luces, sirve para ordenar el tráfico, porque supongamos que para eso se inventaron los semáforos, no van a ser para putearlos si se ponen en rojo y mirás al tipo de al lado y es un viejo libidinoso que hace más contacto visual del socialmente aceptable en estas circunstancias o un joven metrosexual que te imaginás pasado de perfume o una cuarentona con cara de divorciada que fuma o no sabés porque hay vidrios polarizados.


Pero supongamos que sí, que los semáforos sirven para ordenar el tráfico y nuestra vida sería un verdadero infierno si no existieran –porque supongamos además que hay gente que estudia estas cosas (los semaforólogos, ponele) y después de mucho experimentar llega a la conclusión de que sí, de que vos creés que tu vida es un infierno pero en realidá no sabés bien qué es el infierno porque todavía tenés los semáforos, el argumento ontológico de los semáforos que le permite al peatón recuperar la entidad de su mundo pavimentado, así que imaginate si no-.


Cuestión que vas por Libertador y ahí está, el semáforo. Gris. Y no sabés por qué pero te invade una especie de penita, una especie de desazón por el semáforo tan gris él. Y pensás, bueno, es un semáforo, tiene la altura necesaria, está en el lugar indicado para que los automovilistas lo vean, tiene las tres luces convencionales en el orden convencional, las luces funcionan, está sincronizado con los otros semáforos, los automovilistas lo respetan, en líneas generales, menos el tontito ese del auto tuneado pero qué vas a esperar.


Pero es gris. No amarillo. Gris. Grisgrisgrisgrisgrisgris. Y no sabés por qué pero te parece menos semáforo que los demás semáforos. Y es alto como los demás semáforos pero no es amarillo como los demás y entonces se parece un poco menos a una jirafa que los demás semáforos que son altos y amarillos pero este es sólo alto. Y menos jirafa. Pobrecito.

jueves, 6 de mayo de 2010

¿Sabés qué?

Esta vez no me voy a enojar, no voy a levantar la voz

ni voy a poner el más mínimo esfuerzo en explicarte nada.

Simplemente me voy a sentar acá a esperar a que te esfumes,

a que te disuelvas, a que te lleve el mar.


Voy a dejar que el tiempo te borronee de a poquito

hasta que tu recuerdo se vuelva irreconocible

y ni siquiera tenga que fingir que te extraño.


Hasta que te hagas un bollo de papel arrugado y sucio

para tirar en un tacho cualquiera.


Capaz la emboco.

martes, 27 de abril de 2010

Al corriente

Y resulta que el fulano del texto anterior hizo suficientes méritos para dejar de merecer el mote de "Imbécil" y pasar a llamarse, sin más preámbulos, "La nena".

Realmente no sabemos cómo es que no se lo pusimos antes.

martes, 13 de abril de 2010

Tampoco

Querida amiga:


Sabemos que él no te merece. Sabemos también que él lo sabe y que finge comentarios sobre cine japonés o música canaria (de las islas, no de los pájaros aunque qué lindos los pájaros y qué inútiles) para ocultarlo. Ese temita de la cultura-maquillaje, de gente pequeña que deja que grandes autores llenen sus blancos espirituales.


Sabemos también que ni siquiera coge. Porque suponte que tiene un adoquín en el pecho pero te coge que te la debo. Pero no.


Sabemos que tampoco es muy versado en las convenciones sociales que te hacen lucir sensible. Hola, cómo estás, cómo está tu hermano, te sentís bien, te ayudo, llamame si necesitás algo. No es tan difícil, basta seleccionar cualquiera de las frases anteriores al azar y practicar frente al espejo un rato. Igual, en el peor de los casos, puede que crea que no hacen falta, que él no las necesita porque el asunto pasa por otro lado.


Y ahí vamos al tema de los lugares. Capaz él cree que “su lugar” en tu vida es otro. ¿Otro cuál? ¿Acaso uno quiere a alguien para que no te pregunte cómo estás o te ofrezca su oreja o su pecho o su pito tan siquiera? Ese lugar –el de no preguntar, el de demandar todo el tiempo- está bien para un jefe o para un hijo. Ya tenemos del primero y pasamos del segundo. ¿De qué lugar me hablás?


Te decía, sabemos que él no te merece y sabemos que tampoco se merece un buen final, un happy ending de drama de director húngaro un martes a las 2 am por Isat, con los protagonistas bellos, etéreos, cruzando miradas vidriosas en los andenes opuestos de una estación donde empieza a nevar. Sabemos que nada en él merece esa falsa belleza de celuloide que no existe más y mucho menos se merece la tuya, tan verdadera y brutal y encendida. Tampoco.

jueves, 1 de abril de 2010

Y qué

No sé vos, pero yo me enfiestaría con los hermanos Salvatore all-night-long.

sábado, 13 de marzo de 2010

Como Bridget, pero mal II

Es sábado a la noche, estoy sola y en la tele dan "Los puentes de Madison".

Mi vida necesita otro guionista. Uno menos cruel.

viernes, 12 de marzo de 2010

Ah, la urbanidad

Una mina que te pide por favor si le cuidás el lugar en la cola del súper mientras ella va a buscar “dos o tres cositas” y vuelve veinte minutos después con otro canasto que rebasa de todo tipo de productos, ninguno de primera necesidad.


Un tipo que le reclama con vehemencia cinco centavos de un vuelto a la cajera de una panadería.


Un viejo en la misma panadería, que se cuela sin disimulo ni vergüenza e increpa a la misma cajera para que le cobre rápido.


Un conductor a bordo de una camioneta último modelo que dobla en la esquina de una avenida doble mano y amenaza con embestir a unas siete personas por no respetar la prioridad de peatón.


Un pibe pasado de vueltas que le pega a la novia todas las noches y pone la música fuerte como si de esa forma nadie se diera cuenta.


Videla.



Visite Belgrano, el barrio que eligen los miserables para vivir.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Amamos a Frank


Amamos a Frank porque es “La Voz”. Sí, así, con mayúscula.


Amamos a Frank porque hace de todo y todo bien: canta, actúa, sale con las más lindas, elige mal los amigos, tiene problemas con la justicia, sale ileso, vive hasta los 82 y los entierra a todos.


Amamos a Frank porque todo ese quilombo que se consiguió por vida se le nota en el pecho.


Amamos a Frank porque nos hace creer que lo difícil es fácil, que lo complicado es simple, que lo peligroso no es para tanto y que podés no ser Bogart e igual llevarte el mundo por delante.


Amamos a Frank porque siempre tiene un Gershwin´s tune escondido en un bolsillo del saco.


Amamos a Frank porque su biografía es el mejor guión hollywoodense jamás escrito: hay sexo, juego, alcohol, drogas, crímenes, Marilyn, Elvis, la mafia, y el protagonista es un tipo talentoso que siempre se sale con la suya.


Amamos a Frank porque hace que los cantantes siempre quieran tener la frescura de una bandada de golondrinas, la determinación de la luna llena y el swing de Duke Ellington. Qué mal, muchachos, parece que a nadie más le sale.

viernes, 26 de febrero de 2010

La revolución del documento

- ¿Viste el hijo de la hermana de P., el que nació hace poco? ¿Sabés cómo se llama? Ernesto.

- ¿Como Guevara?

- Sip. ¿Y el hijo de H., el que va a nacer ahora?

- No sé... ¿Cienfuegos?

- Exacto, Camilo. ¿¡Qué les pasa!?

- ...

- Che, ¿y si tenemos un hijo y le ponemos Juan Domingo?

- Nah, mirá si nace sin manos.

jueves, 25 de febrero de 2010

Blackbird

Y ahora resulta que la que suscribe es soprano (y asumo que cuando escribo "soprano", el 90% de ustedes se imagina a una señora gorda, de rulos, vestida con una túnica, que con sólo abrir la boca hace estallar los vidrios de sus casas).


La cita con los agudos es todos los martes a las 2. Llevaremos brújula.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Al acecho

- El otro día venía de un bar y se nos subió al auto una pendeja. En un momento escucho que le pregunta a Gonza “¿me puedo dormir sobre tu hombro?” y Gonzalo le explicó que no, que tenía novia, que cualquiera. Pobre, me dio pena la minita. La gente así es patética.

- ¿Así cómo? ¿stalker?

- Sí, patético.

- Pero si no te gustan que te stalkeen, ¿cómo estás conmigo? Si yo te tuve que perseguir durante meses para que me dieras bola.

- Es que vos tenés estilo.

viernes, 5 de febrero de 2010

Confusión III

Y resulta que la mina queda embarazada y espera que la feliciten. Quedar embarazada no es un logro, es la posibilidad que -en la mayoría de los casos- la naturaleza te brinda por default.

No obstante, hay otros que mes a mes invertimos tiempo, dinero y esfuerzo en métodos para no concebir. Pensalo: los felicitados debiéramos ser nosotros.

domingo, 24 de enero de 2010

Foul

me cago en todos los versos sobre las estrellas del mundo

en el cielo de terciopelo de los libros, en las constelaciones

en los escritores que se inspiran a las tres

en las putas que se acuestan a las seis

en las putas que se inspiran y que escriben

y en los escritores que putean


me cago en los murciélagos, los búhos,

en la desazón de los insomnes

en la coca light y la aspirina,

en los serenos que caminan la cornisa

de la vigilia en alpargatas

y en los deserenados


en resumen, el punto es que me cago

en esta oscuridad y sus criaturas

que ni acompañan ni divierten

que ni deprimen ni seducen

que ni acobardan ni cuestionan

y no es su culpa


me cago en que no importa hoy cuán hermosas

cuán fútiles, cuán conmovedoras sean

pueden si quieren morirse todas juntas

o más, levantarse en armas

que la noche va a seguir acá conmigo

insoportable y cruel hasta que vuelvas

miércoles, 20 de enero de 2010

Dar es dar

La idea de "ser querido" que maneja mi terapeuta es tan ecuménica que puede incluir en igual medida a Padre, a Marido y a mis dos gatos.

Esa mujer entendió TODO.

lunes, 18 de enero de 2010

Instrucciones para ser minita

A M. (Una ramera) y a los príncipes que

todavía andan dando vueltas por ahí



Advertir que el bondi viene lleno de gente con demasiados bolsos y bronceado de primera quincena de enero y odiarlos por adinerados pero más odiarlos porque son muchos, tienen olor a chivo y hace calor.


Pensar que la clave para no paranoiquearse es pretender que la victoria de la derecha en Chile no es una avanzada facha sobre América latina sino la forma que tiene la providencia de compensar el Universo después del triunfo de Mujica en Uruguay.


Que el viaje de vuelta a casa deje de tener sentido al caer en la cuenta de que no hay nadie esperando para decir “hola linda, cómo te fue hoy”.


Llegar y ver que el depósito del baño se convirtió en una versión pequeña y desmejorada de las cataratas del Niágara.


No encontrar la llave de paso del agua. O mejor: no tener ni idea de cómo debería lucir eso que toda casa tiene y que se llama “la llave de paso del agua”.


“Por lo menos sé cómo luce una llave de gas, una llave cruz, una llave inglesa, una llave allen y la llave de la puerta”, tratar de consolarse.


Que al menor de tus gatos se le ocurra que una rejilla es algo divertido y apropiado para jugar. Darte cuenta de que aún es pequeño y carece de sentido de la oportunidad. Perdonarlo.


Encontrar algo que parece “una llave en la pared que no pertenece a ninguna canilla” (Padre dixit). Cerrarlo. Que tu baño siga emulando una belleza natural, pero mal.


Seguir buscando y encontrar otra llave igual a la anterior pero muy abajo y muy atrás de todo. En serio, de TODO.


Que la aventura de cerrarla incluya una contusión en las costillas producida por un objeto punzante que quedaba en el camino.


Sudar. Llorar. Estar a tono con la liquidez del momento.


Que, finalmente, el agua pare.


Desarmar el depósito del baño y que una tuerca no se afloje porque está oxidada. Buscar la caja de herramientas, encontrar una pinza y arrancar la tuerca con un pedazo de tornillo y todo.


Darse cuenta de que un incompetente mal pago de esos que frecuenta el propietario usó hierro en lugar de bronce y que eso explique las dificultades extras.


Tomar medidas de contingencia que permitan abandonar la herejía de caminar sobre el agua.


Asumir que hasta aquí llego tu amor y elevar una plegaria al dios de las cañerías para que Rodolfo esté desocupado esta semana.


Que alguien finalmente se apiade de tu condición de minita en problemas y te haga salir de la espiral de llanto, ira y autocompasión.


Comer rico, pelearte porque no te dejan pagar, reírte, que te abran la puerta y te acompañen de vuelta.


No estar tan sola, after all.

sábado, 16 de enero de 2010

En el río la cara de los dos

Hoy quiero que sepas manejar. Y que tengamos auto (ni caro ni lindo, algo donde subirnos y que arranque). Y que nos levantemos y los bolsos estén armados y el tanque esté lleno.

Hoy quiero que el cielo esté celeste y abrir la ventanilla y que el viento me despeine. Y quiero ir tomando mate y escuchando música (sí, puede ser el Carpo, claro) y que no tengamos apuro por llegar a ningún lado.

Hoy quiero mañanas campestres.




Imagen: Cubeta

domingo, 3 de enero de 2010

Paren

Y háganme un favor: métanse sus mensajes optimistas en el orto.

Va a ser un año de mierda. Como el anterior, y el anterior, y el anterior, y el anterior, y el anterior, y el anterior, y el anterior, y el...

Creo que ya se entendió. Gracias.