jueves, 28 de mayo de 2009

Puente

-Cómo hablan ustedes-, dice él y se sorprende al ver por enésima vez cómo se reconstruye el puente indestructible que todas citamos alguna vez en cuadernos rosas. Las mujeres somos cuando contamos, cuando escuchamos a la otra reinventarse en su relato, cuando la dejamos tejernos también un poco. Una mujer que cuenta siempre puede ser otra y ahí está en parte la maravilla.
Ella habla y el aire vibra y estallan relámpagos azules cada vez que pestañean sus ojos de muñeca. Ella hoy me quiere contar historias de tipos borrachos y se entusiasma de mentira con ese que le dijo bomboncito. El azúcar (¿o será la madrugada?) nos va poniendo suaves. Pasan tipos frente a la ventana y las dos nos incorporamos, la espalda derecha y las piernas cruzadas -como en el colegio-, y les regalamos una sonrisa como si de verdad nos importaran.

1 comentario:

Protervo dijo...

me quedaria mirando horas.