viernes, 8 de mayo de 2009

Mundo animal

Tener un perro es como tener un empleado. Alguien que obedece, que agradece, que agacha la cabeza. Alguien que intenta pasar desapercibido cuando estás enojado, que se alegra con tu dicha, que se mueve en tu misma sintonía. Tener un perro es saber que cada orden será acatada, que cada pedido será satisfecho, que a a le corresponde b, que el conductismo funciona. Tener un perro es sentirse dueño como en el comercial del Hipotecario. Tener un perro es una certeza.
Tener un gato es como tener un socio. Alguien con el que a veces estás de acuerdo, pero la mayoría de las veces no. Alguien al que si le gritás, grita más fuerte o te deja hablando solo. Alguien con sus propios intereses, que no son iguales a los tuyos pero que muchas veces coinciden y ahí te acordás en qué carajo estabas pensando cuando empezó todo esto. Tener un gato es tener preguntas, es andar a tientas por el mundo, es llegar a la conclusión de que la confianza es solamente un comodín de los marketineros a la hora de llenar informes trasnochados. Tener un gato es acordarte de que no todo depende de vos ni ocurre porque a vos se te ocurre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

entonces debería tener un perro...

Peccata Minuta... dijo...

Por todo eso... tengo un gato!
Saludos, míos y de mi gata...

la niña z dijo...

Saludos ronroneantes desde acá también :)