jueves, 24 de marzo de 2011

Instrucciones para el hijo que no sé si tendré

La vida se trata de cosas que importan y cosas que no. Hay que tener por lo menos una cosa que importa. Puede ser una idea, un oficio o una persona, es lo mismo. Pero una hay que tener.

Cuando encuentres una cosa que importa –y quedate tranquilo que todos en algún momento la encontramos-, abrazala, ya sea una idea, un oficio o una persona. Pensá que nadie está seguro de si somos nosotros los que las elegimos o son ellas las que nos eligen, así que sentite honrado por la oportunidad y no la sueltes.

A las cosas que importan hay que darles todo. Y todo es TODO. Puede ser que sientas que te volvés loco, que se te estruja el corazón, que quieras llorar, que te enajenes, que no comas, que no duermas. Puede ser que, incluso, en algún momento hasta la odies desde lo más profundo de tu ser. Y está bien, porque así es como te das cuenta de que importan: porque no se merecen menos que eso.

Las cosas que no importan no se merecen nada, sean ideas, oficios o personas. Y hay que poner en ellas lo mínimo de uno posible. A veces se trata de asuntos necesarios, pero no te confundas: no por eso son importantes.

Y no le des bola a lo que te digan los maestros, los jefes, los líderes de opinión o los avisos publicitarios, la clave siempre es sacárselas de encima rápido y con el menor esfuerzo, porque si no te intoxicás. Y te morís, de a poquito, por dentro.

domingo, 20 de marzo de 2011

De copas

Vamos a una fiesta. Llegamos temprano con la excusa de que mañana tenemos que madrugar, pero lo cierto es que llegar antes te evita el garrón de saludar a todos cuando ya están instalados, esa parodia en la que le das un beso a un desconocido, le decís tu nombre, él te dice el suyo, ninguno de los dos entiende y se olvidan entre sí a los tres minutos. Nos acomodamos en el living y de toque pegamos onda con una pareja de tortas.

Hablamos de gatos. Siempre hablamos de gatos, es mi opening topic por excelencia. Si te gustan los gatos, tenemos diez o quince minutos de rompimiento de hielo. Si no, la remamos, pero mejor si te gustan. Resulta que las tortas son cat person así que hablamos de gatos que se escapan, de gatos que se caen por la ventana, de gatos que se llevan bien con perros, de gatos de carácter fuerte y de gatos que meten la cabeza en el calefón. Todos mostramos fotos de nuestros hijos bigotudos, orgullosos.

Las tortas son buena onda, creo que nos une la inofensividad, nadie le va a robar el novio a nadie acá. Me parece que un poco congeniamos, yo también uso ropa que me esconde las tetas, no me pinto y me corto el pelo raro.

Las tortas tienen un nomadismo que me confunde. Hablan de tu casa, mi casa, la casa de tus viejos, las mascotas que viven en las tres casas, una también menciona un hijo, es como un culebrón con muchas temporadas, ya nadie sabe quién duerme con quién. Al principio pienso que son amigas, después que son pareja, después que son ex que quedaron en buenos términos, después que son pareja de vuelta. No hay caso, el nomadismo me confunde.

La cosa se va poblando y atrás de nosotros, en una mesa, se acomoda una pareja de indies. Ella tiene pinta de cantante francesa de folk que sale en Los Inrockuptibles, él tiene un aire diáfano y ojeroso de poeta trendy-torturado a lo Lisandro Aristimuño. La cantante francesa se adueña de la laptop y la música cada vez es más desconocida, los intérpretes cada vez más desafinados y el volumen cada vez más fuerte. Cada tanto me doy vuelta para relojearla porque me parece que está un poco dañada, pero está en un trance de DJ que le tiene los ojos pegados a la pantalla. Él está al lado, no me queda claro si la custodia o simplemente se aburre.

Después de un rato meto la excusa de ir al baño y me doy una vuelta por el patio. Hay un grupo mixto charlando, pero no llego a escuchar de qué hablan. Las minas están sobreproducidas y sonríen de más; los tipos no, los tipos ya tiraron la toalla, tienen la barba un poco crecida, remeras de algodón blancas, se están quedando pelados. Hay algo en el aire que repele, como un olor a desesperación. Miro un rato y no entiendo quién coge con quién, quién le tiene ganas a quién, con quién ni se te ocurra, lo básico. Toda esa pose asexuada me da desconfianza. Me vuelvo rápido a living.

Alrededor todos toman vino en copas gigantes, copas indiscutiblemente de vino. Yo tomo Schweppes. Me gusta porque es dulce, pero es ácido, me gusta que las burbujas me hagan cosquillas. Siempre que tomo gaseosa con gente grande tengo siete años, un buzo rosa y zapatitos de charol. Me concentro en el color del vino y me dan un poco de tristeza esas copas, tan definitivas. Su destino es el vino, cualquier otra cosa que se les sirva sería no menos que decepcionante. Pobrecitas. Yo por eso en Navidad saco mis copas de Martini y las lleno con Gatorade de uva: es que en el fondo creo que todos se merecen una segunda oportunidad.

martes, 8 de marzo de 2011

Paco

Paco tiene casi cuarenta, una mujer, un hijo, una casa, un auto, un plan. Paco tiene un trabajo, es subjefe de algo y eso le hace pensar que es un tipo que sabe, que es respetado por lo que hace, que la empresa confía en él. Paco habla de política, de fútbol, de los crímenes que ve en la tele. Paco analiza, Paco tiene una opinión formada sobre las cosas. Paco te las explica porque sabe, porque no llegó a los casi cuarenta y a la subjefatura de algo al pedo. Paco tenía un perro también, que se le murió, pero bueno, tuvo la intención de tener un perro, lo compró, lo alimentó, seguro lo sacó a pasear y bueno, esas cosas pasan.
Paco un día consiguió un trabajo en una empresa grande. Y aprendió a hacerlo y, como la práctica hace al maestro, de tanto repetir fue ascendiendo. Y como Paco es un tipo con intereses, un día quiso cambiar de lugar. Y fue y pidió ser cambiado y la empresa le dio un nuevo puesto en otra sección. Y él siguió haciendo lo suyo y la empresa consideró que estaba para más y le ofreció otro puesto en otro lado. Un puesto jerárquico, porque Paco ya era un profesional hecho y derecho, listo para tomar las decisiones que harían de la empresa que lo cobijó durante diez años un lugar mejor.
Paco llegó a su subjefatura lleno de ideas que podían revolucionar su nuevo lugar de trabajo. Y dijo que lo que había antes era una mierda, que era feo, que estaba mal hecho, que acá lo que hace falta es otra cosa y que ya hablamos para remodelar todo. Pasaron como seis meses desde ese día, pero bueno, igual ya está todo hablado, pero hay que entender que los tiempos de la empresa son otros. De cualquier modo Paco ya tiene todo pensado, Paco es un tipo que sabe lo que quiere, así que se sienta y espera.
Otra cosa que Paco aprendió es que ser jefe no se trata de hacer mucho sino de saber conducir. Paco se sienta y hace poco -hay días en que todo su trabajo es mirar fijo el monitor-, pero da órdenes. Vos poné, vos sacá, vos subí, vos no sé, hacé algo. Paco sabe que para ser líder hay que demostrarse superior, no importa si surge de ostentar virtudes o de buscarle errores al otro. Lo importante es marcar esa diferencia, porque si vos no te imponés, te pasan por encima. Paco se repite ese pensamiento como un mantra todas las mañanas cuando se afeita frente al botiquín del baño. Bueno, no todas, porque a veces tiene que llevar al nene al jardín porque la mujer –la gorda, como le dice él- está ocupada y no le queda tiempo.
Paco es un tipo preocupado por su familia. Paco tiene un hijo de tres años que lo visita en el trabajo. Una vez por semana por lo menos, el nene llega de la mano de su madre a la oficina y lo acompaña por lo menos una hora hasta que se hace el momento de salir. Como el chiquito es un amor, todos los empleados de Paco están encantados de escuchar las fascinantes historias del jardín de infantes y de oírlo interrumpir las conversaciones de su padre con interjecciones a media lengua. Durante esa hora, la oficina que habitualmente es un cuadrado de durlock mal colocado con más tubos fluorescentes que ventanas se convierte en una mezcla de salita rosa con sala de espera del dentista. Y sí, Paco es un padre ejemplar.
Como te decía, Paco tiene mujer, hijo, trabajo, perro (bueno, tenía), opiniones formadas sobre la vida, valores y un brillante futuro por delante. Paco sabe lo que quiere y no tiene problemas en trabajar duro para conseguirlo. Paco sabe que si no te imponés, te pasan por encima, y entiende también que a veces los tiempos son otros y hay que saber esperar. Paco la tiene clara. Paco hace todo bien. Ojalá que lo pise un camión.