miércoles, 15 de junio de 2011

Cosas que escribo atrás de un recibo de sueldo (éramos tan pobres)

Sube al bondi un pibe que se parece a Thom Yorke: zapatillas Nike un poco sucias, el típico look desprolijo-prolijo de Palermo y una blondez nihilista, mezcla de timidez y depresión de adolescente tardío clase media acomodada. El pibe que se parece a Thom Yorke viene con un gordito cuarentón que tries so hard, sonríe mucho, habla fuerte, se esfuerza en serio por ser un sidekick digno. La tiene difícil el gordito, te digo.

En mis auriculares Mollo canta algo así como que le duele la cultura y no sé si de verdad lo canta o yo me lo imagino porque los auris estos nunca me dejan a gamba pero me escatiman fiero los graves y la mitad del tema se me pierde por eso y por los gritos del gordito sidekick que no para de decir la palabra gerente. Me acuerdo de la época en que mis anécdotas también tenían como protagonistas a gerentes y nos tengo lástima a los dos.

Y no sé si es que tengo hambre o sueño o frío o años, pero me hincha un poco las bolas Mollo y su conciencia social, me joden las letras que dicen medios y dicen cultura y se preocupan por el mundo que les dejaremos a nuestros hijos. Dale, Mollo, son las once y media de la noche y vengo de laburar como una mula, dame rock.

Dame un 38 cargado y un despelote en el toilette de damas por las miniaturas de un pavote. Dame promesas que no vas a cumplir y seamos jóvenes y hermosos aunque sea mientras dure el viaje en bondi, que para gerentes ya lo tengo al gordito y para tristeza ya lo tengo al pibe que se parece a Thom Yorke. Y para pensar de más ya me tengo a mí, y a mí me tengo las 25 horas del día, sabés. Y encima se viene una tormenta. Así que dale, Ricardo, metele a la guitarrita y no me rompas más las pelotas.

No hay comentarios: