lunes, 18 de enero de 2010

Instrucciones para ser minita

A M. (Una ramera) y a los príncipes que

todavía andan dando vueltas por ahí



Advertir que el bondi viene lleno de gente con demasiados bolsos y bronceado de primera quincena de enero y odiarlos por adinerados pero más odiarlos porque son muchos, tienen olor a chivo y hace calor.


Pensar que la clave para no paranoiquearse es pretender que la victoria de la derecha en Chile no es una avanzada facha sobre América latina sino la forma que tiene la providencia de compensar el Universo después del triunfo de Mujica en Uruguay.


Que el viaje de vuelta a casa deje de tener sentido al caer en la cuenta de que no hay nadie esperando para decir “hola linda, cómo te fue hoy”.


Llegar y ver que el depósito del baño se convirtió en una versión pequeña y desmejorada de las cataratas del Niágara.


No encontrar la llave de paso del agua. O mejor: no tener ni idea de cómo debería lucir eso que toda casa tiene y que se llama “la llave de paso del agua”.


“Por lo menos sé cómo luce una llave de gas, una llave cruz, una llave inglesa, una llave allen y la llave de la puerta”, tratar de consolarse.


Que al menor de tus gatos se le ocurra que una rejilla es algo divertido y apropiado para jugar. Darte cuenta de que aún es pequeño y carece de sentido de la oportunidad. Perdonarlo.


Encontrar algo que parece “una llave en la pared que no pertenece a ninguna canilla” (Padre dixit). Cerrarlo. Que tu baño siga emulando una belleza natural, pero mal.


Seguir buscando y encontrar otra llave igual a la anterior pero muy abajo y muy atrás de todo. En serio, de TODO.


Que la aventura de cerrarla incluya una contusión en las costillas producida por un objeto punzante que quedaba en el camino.


Sudar. Llorar. Estar a tono con la liquidez del momento.


Que, finalmente, el agua pare.


Desarmar el depósito del baño y que una tuerca no se afloje porque está oxidada. Buscar la caja de herramientas, encontrar una pinza y arrancar la tuerca con un pedazo de tornillo y todo.


Darse cuenta de que un incompetente mal pago de esos que frecuenta el propietario usó hierro en lugar de bronce y que eso explique las dificultades extras.


Tomar medidas de contingencia que permitan abandonar la herejía de caminar sobre el agua.


Asumir que hasta aquí llego tu amor y elevar una plegaria al dios de las cañerías para que Rodolfo esté desocupado esta semana.


Que alguien finalmente se apiade de tu condición de minita en problemas y te haga salir de la espiral de llanto, ira y autocompasión.


Comer rico, pelearte porque no te dejan pagar, reírte, que te abran la puerta y te acompañen de vuelta.


No estar tan sola, after all.

4 comentarios:

maru dijo...

qué momento
llanto, ira y autocompasión: practicamos la minitancia hasta el hartazgo

y no estar tan sola after all, eso es lo importante

Gracias! y beso!

la niña z dijo...

M., tiene razón, debería haber titulado "La minitancia al palo" ;)
y gracias a usté por los textos, esos espejos donde mirarme de vez en cuando

Protervo dijo...

copado acompañar despues de comer.

olor a chivo y off o bronceador puede no ser tan mal combo, obvio que en el bondi te mata.

ganó piñera porque venimos nosotros la derecha, lo bueno es que va a haber lugar para todos.

un beso.

Anónimo dijo...

saludos de uno que "anda dando vueltas por ahí"