miércoles, 5 de diciembre de 2012

Presentaciones

La primera vez que la vi era invierno, lloviznaba, atardecía y el mundo se moría un poco. Yo esperaba a alguien al lado de un ventanal en una casa colonial disfrazada de oficina. Ella abrió una puerta y me miró como si yo hubiera estado sentada ahí desde siempre. "¿Arreglaron la máquina de café?", me dijo, pero no esperó que contestara. Corrió y le dio un abrazo al aparato. "Volviste, te extrañaba!", gritó con chispitas en los ojos.

La última vez que la vi fue anoche. "No me aguanto a la gente que se toma con demasiado optimismo el trabajo", me dijo. Yo estuve muy de acuerdo y le propuse que no nos aguantáramos el optimismo en general. Nos pareció justo. Después me fui a casa y otra vez, me quedé pensando en cómo hice todos esos años hasta conocerla.

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