viernes, 1 de abril de 2011

Fragmentos de cartas que nunca voy a escribir III

Hoy te extraño especialmente. Extraño esa forma lisa que tenés de ir por la vida, extraño que no creas que el mundo te deba explicaciones. Si fuera brasileña (y lejos están de serlo mi piel transparente y mi apellido con demasiadas consonantes, pero soñar no cuesta nada) te diría que tengo saudade de esa especie de acuerdo tácito nuestro de no tener-que-hablar. No nos contamos cada segundo de nuestras vidas, no filosofamos, no debatimos, no nos ponemos al corriente. No somos esos.


Y no es que no me guste hablar con vos, no es que no sonría sola cada vez que me acuerdo de tus anécdotas de riñas callejeras o de cuando me enteré de que apilás las remeras ordenadas por color, la más oscura abajo, la más clara arriba. Pero no hay en eso ningún casillero que llenar, ningún deber de que la vida nos transcurra subtitulada. Puedo arriesgar sin jamás haberte preguntado que la sola idea del “tenemos que hablar” se te antoja tan o más vergonzante que la pereza o la falta de sentido del humor.


Como te decía, no sé si me harté, si me hartaron, pero son días en que todo este exceso discursivo me da náuseas. Todo se dice, se relata, se debate, se analiza, se explica. Capaz es el gremio, el viejo y nunca bien ponderado gremio, acostumbrado a comer de eso que se puede contar y a contar incluso lo que a veces no se puede, para comer. Capaz es la puta inseguridad, la tilinguería de andar siempre pendientes de lo que el otro piensa, siempre tratando de convencerlo para que diga lo que queremos escuchar o algo que, por lo menos, no haga daño.


La cosa es que de tantos “tenemos que hablar” y tantos “vamos a tomar un café así te cuento” tengo los ovarios por el piso. Me deprimen los show off monologueros y los argumentos de Polémica en el bar y quisiera que por una vez todos dejaran de hablar tanto y empezaran a decir algo. Y te extraño. Extraño que el silencio sea parte del código y no una incomodidad. Extraño que la cosa pase por otro lugar. Extraño la paz de saberte ahí, en algún lado del universo, y que vos me sepas. Y que a veces nuestros lados coincidan. Y listo.

No hay comentarios: