sábado, 11 de septiembre de 2010

Instrucciones para convertir la compra de cerámicas en un road trip

1. Alterar las coordenadas. Que la salida no sea a la hora que se suponía, ni desde el punto que se suponía y tampoco hacia el destino que se suponía. Que el cambio de itinerario incluya trágicas conversaciones por teléfono, gritos, llanto, y claro, portazos (nunca pueden faltar los portazos en un verdadero drama, son como la versión arquitectónica de los cachetazos de Arnaldo André).

2. Salir a comprar. Al ritmo del espástico estribillo hurlinghamiano, dejar que el capitalismo haga su trabajo y que el vendedor nos venda lo que quiera. No resistirse y plastiquear tres cuotas que sumadas a las anteriores completan como mil. Lamentarse de que el año tenga sólo doces meses y un único aguinaldo y elevarle una plegaria a San Patrimonio y otra a la Virgen de las Madres Piadosas. Cantar la marcha peronista por dentro.

3. Hacer camino al andar. Emprender el trayecto Palermo-Martínez sin GPS, Guía T, Guía Filcar ni conocimiento del trazado urbanístico alguno. Hacer llamadas desesperadas a conductores más experimentados (o sea, a cualquiera) para terminar improvisando un itinerario que incluya trayectos de entre seis y diez cuadras en sentido inverso al requerido, innecesarios giros a la derecha y el atravesamiento de un estacionamiento de un Carrefour con salida por la misma calle por la que se ingresó.

4. Que llueva. Panamericana, viernes, seis de la tarde. Do the math.

5. Ponerle swing. Matizar la sensación de diluvio universal con una compileta de temas del Fito ochentoso, en la que no pueden faltar “Parte del aire” y “Gricel”. Que el conductor tararee los arreglos de violines mientras la copiloto hace coros. Los estribillos, a los gritos.

6. Retirar lo comprado y cargar combustible. Y por “combustible” entiéndase alfajores de maicena y gaseosas.

7. Emprender el regreso. Violar todas y cada una de las leyes de tránsito, tanto las existentes como las que aún no se han inventado. Decidir por unanimidad que en provincia los semáforos tienen fines decorativos. Matizar el acometimiento vial con anécdotas que tienen por locación a Zárate y que incluyen villas, establecimientos deportivos y robo de calzado. Debatir sobre el significado de la palabra “viaducto”.

8. Desviarse. Visitar a flamantes padres y constatar que a los 30 días de vida los niños comienzan a abandonar el look “pasa de uva sanguinolenta” que traen al nacer y comienzan a parecerse un poco más a lo que vemos en las publicidades. Imaginar planes para conquistar al mundo y conseguir que te pasen temas en la radio a punta de pistola. Olvidarlos a los diez minutos. Reírse del cantante de los Superratones. Imitar a los cantores de flamenco. Tomar mate.

9. Ahora sí, volver. Instalar como tópico de debate “el desempeño de los guitarristas de Fito Páez”. Conseguir consenso a favor de Gabriel Carámbula y posiciones antagónicas e irreconciliables sobre Ulises Butrón. Que Gonzalo Aloras pase por la conversación sin pena ni gloria.

10. Descargar materiales. Que el cupo masculino hombree cajas de cerámicas subiendo dos pisos por escaleras mientras el cupo femenino hace apoyo logístico.

11. Volver a casa seis horas después sudados, mojados por la lluvia y pegoteados por la humedad. Comentar algo como "estuvimos viajando como seis horas, podríamos haber llegado a Mar del Plata". Que te manden a la puta que te parió. Que tengan razón. Cenar chino.